diario de viaje - 3

Como he adelantado, en Sarajevo fui recibido por el festival y, más importante para mi, por un Žižek siempre en punto de ebullición, sudando a borbotones y atacando con furor la idea de que el cine actual carece de ideología, con habituales excursi variando desde la Primavera de Praga a sus experiencias en el ejercito yugoslavo, todos ellos merecedores de comentario.

Me anticipo; Y anticipo la capital Bosnia a mi estancia en Split, mi visita a una de sus islas y mis tres horas veintisiete minutos en una Dubrovnik intransitable y agobiante, el autoestop a Trebinje, que comparte con su hermana costera la piedra blanca y poco mas; Y me anticipo, sobre todo, a Mostar, que si no perla del Adriático lo es de todos los Balcanes y de la cual sigo perdidamente enamorado.

La vuelta a 'Occidente' me llevó de pasaje brevemente por una Viena cara, majestuosa y encantadora, donde, si evitando por motivos dinerarios lo mas tradicional, pude abobarme delante de las obras de Klimt con otros muchos mas vigilados como niños por los guardias que no parecían saber decir mas que "no photos", y empezar mi semana de sauerkraut.

En la República Checa vi subir mi consumo de cerveza a unos dos litros diarios, cosa que no causó ninguna caída entre las callejuelas de Budějovice, Krumlov, o Praga; para mi la de Kafka, Koudelka y el Reduta Jazz Club, si no la de las hordas de turistas etílicos y la Primavera descontextualizada.

Hoy, entre tren y tren, pasé algunas horas en la no-tan-visitada Bratislava y sigo incrédulo de que se quejen tanto de la 'arquitectura comunista', no le veo nada de especial.

Vista desde el puente viejo de Trebinje.

Stari Most (Luna Petrificada). Mostar

Sarajevo.

Intento (fallido; es imposible acceder al edificio al otro lado de la plaza) de imitar a la famosa foto.

Si he tardado tanto ha sido mas que nada por la dificultad de encontrar sitio donde dejen enchufar la cámara. Escribo desde Budapest. Me queda una semana; Hasta la vuelta.