sábado, 16 de abril de 2016

gata

¿y quién más no se habría dado cuenta
que el oficio de atrapador de gatos
si no existe es porque no da frutos?
y yo que no soy dado a plegarias
tampoco es que pueda, egipciamente,
refugiarme bajo un altar o pedir perdón,
maullando mea culpas improvisados.

y es lo de siempre:
en aquellos paseos nocturnos
no te acompañaba sino que sin darme cuenta
te seguía y te hostigaba,
si ibas sembrando tu pelaje por allí
donde te acostabas era con descaso,
y si atisbaba en tus ojos por acaso
un brillo incierto lo leía a mi provecho.
¿con qué derecho?

de repente un zarpazo, te subes al tejado
y lo único que me queda es tu silueta
y una herida que palpita pero no cierra.