Lo único que te faltó fue emergir del mar cubierta de espuma. 
Pero ese nunca ha sido tu estilo.
Traías en la mirada tu mar chiquita, 
gris y contenida por meses en hilo, 
que rompe en azul entre las sábanas y en el campo, y guiña.
Te habrías reído del espía, tan hombre y tan desnudo. 
Igual le hubieras sacado de paseo, de juerga. 
Y le hubieras dado una lección.
O igual lo tuyo ni pasara por ahí. 
Lo tuyo es tocar nubes, desempolvar sonrisas, 
descubrir lo escondido y catar luces.
No muerdes. Pero nunca te ha hecho falta licencia para matar. 
Tampoco para vivir.

No hay comentarios:
Publicar un comentario