"Comeclavos despezó los restos de cordero y de cabra que traía una sirvienta deslenguada. Durante el postre, mientras hacía uso de un palillo, contó aventuras imaginarias de Salomón y de como un aguadorcillo que integraba cierta vez la banda militar del Presidente de la República fue atraído por la boca de su trombón, se cayó y se rompió el décimo hueso de la columna. A continuación, para purificar su aliento, finiquitó un plato de pasta con ajos. Luego eructó gravemente como manda el decoro y para demostrar que estaba satisfecho; enseguida afirmó con imparcialidad y melancolía que había hecho buena cena. Finalmente, contempló el universo con desprendimiento. "
Albert Cohen, Solal (1930)
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