Isaac Rosa, en Público
Que no cunda el pánico neoliberal“La intervención de GM es un buen ejemplo, y tenemos el mal ejemplo de Europa, que todavía está viendo qué hacer con Opel”
Últimamente los lugares de reunión de los neoliberales están que dan pena. Te das una vuelta por las cafeterías próximas a sedes bancarias, los pasillos de la Bolsa o las aulas de escuelas de negocios, y sólo ves caras tristes, miradas ausentes, lágrimas. Hasta los restaurantes de postín, donde los mismos que ayer brindaban por sus plusvalías hoy no tienen ni apetito, y se abrazan buscando cariño.
Cada vez que veo a uno de estos tiburones con los ojos enrojecidos me acerco a consolarlo, por pura humanidad. “Venga, hombre, no te pongas así, que no es para tanto”, le digo. Entonces el llorica me señala la página del periódico con la noticia de la nacionalización de General Motors, y se echa a llorar.
“A ver, a ver, sécate esas lágrimas y leamos juntos la noticia”, le propongo. Cuando se tranquiliza, le leo en voz alta toda esa letra pequeña que el llanto le impedía ver. “Mira: Obama dice que el Estado actúa como accionistas reticentes. ¿Lo ves? Lo hace sin ganas, casi con asco, porque no le queda otro remedio. Y aclara que no piensan dirigir la compañía ni implicarse en la toma de decisiones. Sólo ponen la pasta para limpiarla, y en cuanto funcione otra vez, se salen del accionariado”.
“¿Y qué me dices del sindicato de trabajadores, que se ha hecho con un 17% de las acciones?”, me pregunta entre sollozos, y de nuevo me esfuerzo por calmarlo: “No te asustes. La empresa debía mucho dinero a los empleados, del fondo de pensiones, y en vez de pagar les da acciones, que no valen un pimiento y que, si la cosa no tira, valdrán menos aún.”
“Entonces, ¿Obama no es socialista?”, me dice sonriendo. “Ay, tontín”, le digo pellizcándole la oreja.
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