Un lecho, un fraile perdido
en sueños y sueños y sueños.
La puerta se abre, se desliza
un cuerpo bailando, obsceno.
Bailan piernas de aceite
bajo luna y candil ardiendo
Sobre las sábanas bailan manos
cubiertas de miel y veneno.
El fraile levanta, inquieto
sujeta la cruz en el pecho.
La extraña, impasible, avanza,
la luz resbalando en sus senos.
Desde dos montes emana de flores
húmedas irresistible aliento
El viento, alzándose, ruge
en sueños y sueños y sueños.
1 comentario:
Exageraooo!! No son malos versos!!! No conocía tu faceta de poeta, compañero, y va a haber que cultivarla. Creo que lo único que le falla a este es la puntuación en los dos primeros versos de la última estrofa (además de que no estoy seguro de ubicar bien los dos montes). Te sugiero regalarle el poema a Rouco, el de la Conferencia Epicopal, por su cumpleaños (¿o "al enemigo ni agua"?).
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